Se le hacía tarde para partir, aún tenía cosas por empacar, pero lo necesario ya lo tenía en las valijas. En ellas llevaba cartas, fotos de su familia, pero sobre todo, de ella, de su gran amiga, de su gran amor imposible, de su amante silenciosa, a la cual él siempre la miró con otros ojos, pero ella lamentablemente no. Nunca le pudo corresponder. O tal vez nunca lo quiso hacer y solo lo miraba con ojos de amigo, quizás no era su tipo de hombre. Quizás el nunca lo atrajo a ella y solo lo veía como un amigo mas.

Y él se llevaba todas esas cartas que se escribía con ella, para nunca poder olvidarla, ya que  para el, ella siempre  será la mujer que nunca tendría en la vida. Hacia ese viaje porque le hacia muy mal estar cerca a ella, lo mejor para el era irse lo mas lejos posible y para así tener el mas mínimo contacto con ella, ya no se escribirían, ya no se verían los rostros, ya no se llamarían, a el le dolía muchísimo en el alma, cada vez que la veìa, cada vez que le hablaba, cada vez que le escribía, era un dolor seco en el alma, un dolor indescriptible y que ni el dolor físico lo podría igualar, era un dolor muy en el fondo, que solo un hombre enamorado entendería.

Se le hacia tarde ya para poder tomar su vuelo, y así poder irse lejos,  muy lejos, desde donde quizás nunca mas retornaría, ya quizás nunca mas volvería a verla a ella, a ella, su amiga-mujer-amante, a esa gran mujer que le regaló la vida y  la que aquel avión que tomaría, la alejaría.

rosa en el mar