Y una tarde, le llegó el correo; lo revisó y había llegado una carta de ella, la abrió y le sorprendió lo que vio, era una invitación al matrimonio de ella. Él había perdido todo tipo de contacto con ella desde hacia ya casi 8 meses, no sabía nada de nada de ella, pasó tristezas, se recuperó, re hizo su vida como pudo, nunca más se volvió a enamorar de nadie (quizás por miedo a volver a fracasar, quizás por tener siempre el recuerdo de ella). Salía con chicas un poco mayores que él, pero sin relacionarse con esas señoras; salía a comer, se acostaba con ellas y listo, nada mas. Él les hacía saber que nunca habría algo más y ellas aceptaban y si él sentía que una de ella se empezaba a enamorar, él simplemente desaparecía de la vida de aquella señora, lo hacia para que ella se olvide rápidamente de el, porque si seguían con esos «jueguitos de seducción» por un tiempo, ese «jueguito» para ella se volvería en una pesadilla. Él ya había pasado eso, de enamorarse perdidamente de una persona que nunca sintió lo mismo que él, y sufrió mucho y él no quería que otras personas pasaran lo mismo; por esos horribles momentos de desamor, lo tenía muy claro. Salía con 2 señoras distintas, cada 2 sábados, los otros sábados, los usaba para estar en contacto con su soledad, y ponerse a escribir poemas, relatos y cosas similares. Él la pasaba muy bien con ellas y ellas igual con él y eso era lo importante para él, hacerlas sentir bien, tratar de darles algo de satisfacción y sentirse útil en algo, al menos lo era en el sexo.

Obviamente no era feliz,pero tampoco ya estaba sumido en la terrible depresión, llevaba bien su vida en la medida de lo posible, a veces la recordaba a ella y ahí eran sus momentos de flaquezas; salia como podía de esos momentos, pero la pasaba realmente mal, aún sentía muchas cosas por ella, por eso cuando recibió esa invitación al matrimonio de ella; le dolió en el alma, esa situación lo partió muchísimo, el se preguntaba, que había hecho de malo, si al final fue ella la que le dijo que nunca más le hablaría, que nunca más iba a saber algo más de ella, muy enojada. Él como buen tipo que era, nunca más la volvió a molestar. Ella al contrario le hacia saber su temor a que él la dejara, algo que le pasó varias veces por la cabeza de él, pero sabia que iba a sufrir y nunca lo hizo, es más cuando ella le decía que la iba a abandonar, él le decía que nunca haría eso y que siempre estaría ahí, siempre.

Pero al final la que nunca más quiso saber algo de él, fue ella, por eso su dolor al abrir esa carta y ver esa invitación, la cual rompió en mil pedazos y en esos pedazos se fueron los recuerdos de ella.

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